martes, abril 14, 2009


Segunda travesía, segundas aguas a contra luz, la quietud de las despedidas y esas ansias de las no ausencias. Un ligero viento y el sol que me aprieta los ojos. Cosas de la vida. Podría comenzar diciendo que las cosas no siempre resultan como han sido planeadas… mera disculpa para los que no saben afrontar a lo que ya fue escrito.
Segundo apronte. Mirar el agua, el paisaje, casi amazónico en un río de curvas; el capitán toca su bocina para avisar que tomará otra curva. Se detiene todo, un cisne se cruza. Se reanuda la marcha de este barco pequeño hacia el cumpleaños de “M”. Alguien comenta que ese cisne siempre “hace la misma historia”, esa de cruzarse. Prohibido el tabaco. Pienso en que será una noche muy despierta y corta; lo sospecho. Aun queda luna de Abril.
El paisaje es realmente inquietante de tanta quietud; un millón de tonos de un sólo verde. Para alguien que pinta es un jolgorio, una fiesta. Otro bocinazo, otra curva de río. Y se me ocurre acordarme de un amor de vientos… vientos pequeños que anuncian la llegada. Muelle a la vista. Vuelvo la vista al agua como si me molestara eso de “tierra a la vista”.
Desciendo con la calma de un conquistador solitario, como sabiendo lo encontrado y enterrado. Ya sin armadura y arrastrando una espada que a futuro cortará mar.
Los tablones de mi regreso, el abrazo fraterno de “R” y camino arriba, piedras y arena; olor a manzanos y perros entre las piernas. No hay ciruelas verdes. Gaviotas por todos lados, extraviadas de mar. Les cuesta poco volver a el.
Abrazo tierno de “M”, con esa mezcla exacta entre tristeza y alegría en su mirada, y esa sonrisa contagiosa que a uno lo hace sentir en casa. Mujer aperrada, de “esas” que valen, que no renuncian ante la primera lluvia. Una de esas mujeres que te dan sed de hablar, esas mujeres que te miran y te hacen sentir bien cuando ya no crees sentir nada, esas que no te cotejan, te aceptan. Y ahí están “A” & “B”, aguardándome con sus sonrisas y sus abrazos. “A” y su beso en la mejilla, beso de hermano, beso de macho tierno, cómplice de esos lados en donde no supimos en donde estar. “C” y su abrazo de oso con todo un cuello negro (Se entiende…) Birra artesanal, en bidones de 5 litros, literalmente desde la misma “ubre de la vaca”. Me regalan un galpón para que pinte y pinte y pinte. “Me voy sin regreso” digo. “Lo sabemos…” dicen. “Que se prepare la Europa, le enviamos al último !!!” Grita él, y suelta su gran carcajada. Alzo mi vaso y de respuesta recibo una tierna mirada. “A” me abraza… “Mierda que hay que ser valiente, hermanito”. Silencio.
Continua llegando gente; conocida y por conocer. La neblina se deja caer, nadie lo nota, o nadie lo hace notar; cada persona y su sacrificio de pasados. Unos muertos, otros vivos.
Comienzan los sacrificios. Suena un Grunch melancólico, receta para los pasados de los cuarenta… “esos” que sabemos que los “huevitos de pascua” ya no existen. Cómicos comentarios sobre la “venta de garage” más cuica y exótica nunca antes vista en la comarca. Risas y preguntas por si aun queda “algo”. “Vendo hasta mi alma” digo. “Me conformo con el cuerpo” dice ella.
A avivar el fuego, el primer sacrificio ya está aliñado y es enorme; crecen los colmillos, la ensalada ya está lista, los ojos comienzan a brillar naranjos. Las risas son bufandas croatas, al viento. El cariño se respira. Se exhala. Es tiempo de cambiar el switch. Los lobos se muestran. Las espadas quedaron debajo de un manzano. Ahí, donde me recuerdo y me acuerdo de ella. Cada abrazo, cada beso era dar la vida.
Todos de “cuello negro” y felices, agradados de tanta natura… “Y si caminas, mas allá de la quinta de manzanos, encontrarás un estero en donde mojarte la cara con luz…”
Y fui, no encontré mi reflejo. Sólo se reflejó una secuencia, un diaporama de escenas pasadas. (Sin duda, el agua, en mis manos es algo mágico) Y en un instante ya estaba entre sus sonrisas, había caminado el regreso tarareando “Hombre al agua” de los Soda. Sabía a quien le dedicaría ese archivo, la despedida ya es inevitable; es como un disparo. Supongo que uno siempre siente ese mecánico ruido antes del suicidio; sabe que ya no hay vuelta, un segundo y adiós
Salen y salen esos cigarritos que dan risa. Segundo sacrificio.
La luna de Abril se va tímida entre la neblina (Y nadie lo nota) y yo me voy con ella. Regreso en silencio, para evitar despedidas. Mi patria azul me espera.
(Soy patético… creí en la mentirita de una niñita! Pero ya era tarde de darme cuenta de las cosas. Extraviado en amaneceres.)
Mi único equipaje es y será mi patria azul; cabe en mi bolsillo perro, a un costado de mi alma-museo.

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