jueves, noviembre 29, 2007

NOCHES ATRÁS...
(Carol & The Cure...)

Alguien dijo que los teléfonos nos robaban vida, a cuotas, quizá más que Internet.
Noches atrás, entre pintar escribir pintar escribir pintar escribir (así de maniaco), sonó el teléfono, y como aburrida película yankie, no sabía cómo encontrar al puto aparatito (uno de tr3s). Decidí esperar a que la persona que necesitaba hablar (quizá "wrong number"), se cansara en su intento. No lo hizo. Al contestar, escuché esa antigua joven querida voz de aquella amiga que un día decidió irse a New Zeland, sin dejar huellas ni pistas; sabía que quizá aceptaría su invitación a seguirla... "Hello, supongo que ya estás listo. En 30 minutos te pasarán a buscar en un auto azul, es una amiga. Bye!" Me quedé, sentado, pincel en mano, pensando en ¿Listo para qué? ¿Cómo tanta amnesia burbujeante? Atiné a ir al baño del segundo piso, desde esa ventana se podía ver hacia la calle; el tiempo se había ido no sabía cómo. Ahí estaba, estacionado, el anunciado auto azul que me llevaría a no sabía dónde. No sabía dónde de nada.
Dirigí mi mirada al espejo, buscando alguna cara de resaca. Nada. Descubrí, sin asombro (y eso me asombró) que estaba vestido y maquillado como Robert Smith. Perfectamente caracterizado; con las "Big Nike" desabrochadas, jeans negros "aflautados", chaqueta negra, camisa blanca de como tr3s tallas más grande, puños blancos desabotonados sobresalientes, muy pálido labios rojos rimel corrido pelos escarmenados y mi mirada depresiva de "post punk".



Al subirme al auto azul, la mujer que conducía no habló, y si lo hizo no la escuché por el alto volumen de la música... Sonaban los The Cure y un "Boys don't cry" que inmediatamente me llevaron a desenfrenados y apocalípticos años 80's (...el mundo se iba a acabar) Me atrevería a decir que el perfume que aquella mujer llevaba era un "Dalí". Lo digo, porque sólo he conocido a do2 mujeres en mi vida que lo usaron en su preciso momento.
En el viaje me dediqué a mirar las calles por donde era conducido, y "Boys don't cry" era eterno. Llegamos hasta la salida norte de la ciudad, a un sitio enorme, contiguo a lo de mi amigo Francisco. Me bajé del auto, y en caminata casi hipnótica, entré a esa enorme casa. Sonaba "Lullaby" de los The Cure. En su interior, y no miento, deben haber habido como mil niños, todos disfrazados de Robert Smith. Ya no cabía duda, estaba en medio de una gran "Fiesta Temática". Todos corriendo jugando comiendo bebiendo líquidos de colores bailando riendo. Uno de ellos me miró, se acercó y tomó con su pequeña mano la mía; tendría quizá 8ch8 años (recuerdo sus ojos colo miel). Me llevó a pasear por aquella casa, mientras seguía eso de "Lullaby" a todo dar. Bajamos hasta un subterráneodonde estaban más pequeños Robert Smith, todos bailando ante una gran Video Wall. No fue sorpresa que la canción siguiera siendo la misma...




Me dediqué a ver, a mirar como 10 ó 15 madres (lo supuse...) los atendían con cariño y esmero en todo... y todas vestidas en 10 ó 15 versiones de Siouxsie (esa de The Banshees), la que fuera mi icono de mujer a mis veinte y tantos. El volumen de la música me impedía escuchar lo que me decían alpasar, con sus bandejas repletas de trozos de torta, pasteles y líquidos de colores; ellas me hablaban y me sonreían. Una de ellas besó mi mejilla con apuro, dejando el mismo perfume de la mujer del auto azul en mi nariz. Todas las caras me eran desconocidas. Me dediqué a recorrer otras habitaciones de esa "casa The Cure" mientras continuaba esa eterna "Lullaby".
Al llegar al segundo piso, entré en una pieza completamente blanca, hasta el piso era blanco (a la más Bergman), iluminada por una estroboscópica "azul neón", en donde, unos Robert Smith tamaño enano jugaban al Karaoke... ¡Oh, sorpresa! La canción era eterna... Juá!
A esas alturas ya había notado que era un especie de fiesta sólo para Robert, no había Robertas. Noté también que yo era el único adulto masculino ahí. Llegué hasta unas escaleras que me llevaron hasta una cocina, toda decorada con posters, obviamente de los TheCure. Miré hacia una puerta con un gran afiche de Smith, decidí abrirla y me encontré con un gran patio, un gran prado verde iluminado por unas tenues antorchas hawaianas.... Y ahí estaba ella, sola, sentada sobre el pasto, con sus piernas cruzadas, con su gran falda "agitanada" color bordeaux, arremangada (sus pálidas rodillas brillaban, hermosas). Sin cuestionarme me dirigí hacia ella, lentamente, sin dejar de mirarla, ella, toda una "Hippie Cuica", de esas que me transtornan. Ella, sólo jugaba con sus dedos en el pasto verde, su pelo le cubría la cara. Al llegar junto a ella, me arrodillé y acaricié su mano con mi dedo índice que apenas aparecía desde el puño blanco de mi camisa.
Carol, levantó su cabeza para mirarme. Lloraba sin gemir; huevada que me caga en una mina. Besó mi mano y me pidió que la abrazara. Permanecimos así mucho tiempo, no sé cuánto, sin hablar, hasta que ella se durmió. Yo, desperté, disfrazado de Robert Smith, en la mitad del patio de mi casa, abrazándome.