lunes, octubre 13, 2008

ANULAR...
(EL MIEDO Y ESAS HIERBAS)
TE DESPIERTAS CON TUS RONQUIDOS
SABES QUE NO RONCAS.
TUS PLATOS APARECEN LIMPIOS, CASI PULCROS
ORDENADA COCINA
LAVAMANOS SIN MANCHA DE HUELLAS
PILATOS CON OLOR A LIMÓN.
NO SABES QUIÉN ORDENA TU ROPA
TUS BOTAS LUSTRADAS TE ANGUSTIAN.
NO SABES QUIÉN APAGA LA TV.
REGRESAS.
VUELVES DOMINGO DE MAÑANA.
LA HORA SE REPITE CON OLOR A CAFÉ FRESCO.
LOS VIDRIOS ESPEJO ESTRELLADO DESAPARECIDOS
LA SANGRE SIN HUELLAS NI PISADAS.
TUS CALCETINES CUELGAN ORDENADOS
LAS CAMINATAS SIN RITMO DE DESESPERADAS MEMORIAS
SIN RITMO.
VES “NEMENTO” HASTA LLEGAR A SUEÑOS DE AMIGOS
REENCUENTRO REBOBINADO DE REENCUENTROS.
LAS CALAS DE TU ENTIERRO EN MEDIO
Y EL AGUA DE TU TINA QUIETA DE MUERTE LENTA.
MANDARINAS FRESCAS Y ENSALADA DE FRUTAS.
CENICERO LIMPIO.
CALCETINES HECHOS PARES.
BOXERS TENDIDOS DE NOCHES TENDIDAS.
TU RELOJ CON ALGÚN CAMBIO DE HORARIO
HORARIOS CAMBIADOS DE ALARMAS. QUIETAS.
TABACOS EN HUIDA. CORTINAS DE HUMO PARA DISTRAER
AQUELLAS BATALLAS DE MUÉRDAGO.
“LOS PAJARITOS CANTAN Y…”
Y VUELTA A REEMPEZAR LAS SORPRESIVA SORPRESA.
YA NADA ES COMO EN EL SILABARIO.
EMPUÑASELMACHETECONQUETECORTARÁSLAMANO
Y ESPERAS… TU NOCHE HACE “TILT” A OSCURAS.
MIRAS AL CIELO Y SUS PARACAÍDAS.
RESPUESTAS LENTAS CAEN LENTAS.
LUNA QUE SE HIZO FLOR.
DEDOS-HORMIGAS INCRUSTADOS. DEDOS-PIES.
PALMA ARÁCNIDA.
CAPTURAS. INQUIERES. PREGUNTAS. QUERENCIAS.
PREGUNTAS A GRITOS… TE RESPONDEN:
-Fuiste tú, quien me prometió y a quién prometí no moverme de tu escondite… para que no me veas, NO ME VEAN!!!

(AHORA, SOMOS DOS DEBAJO DE MI CAMA.
ALGUIEN VIENE. MIS MAÑOS SON ARAÑAS.)




DOS MONEDAS
(El Barquero...)
Todos guardamos una medida sonrisa al verlo llegar. No fue difícil entenderlo, bastó con mirar su cara y su encorvada postura, como para definir su estado; acarreaba la mancha de la pérdida, esa antigua acostumbrada polera ya desteñida y agujereada que algunos ya conocíamos. Estaba quieto, resumido, resumiendo acontecimientos cercanos… Mientras yo, simple espectador, intentaba descubrir alguna puerta al diálogo. Me habló despacio, como si quisiera evitar despertar a alguien.
- ¿Recuerdas eso del Barquero y las dos monedas? – Preguntó sin mirarme, ensimismado en su puño izquierdo que apretaba con fuerza. –
Hoy desperté con estas dos monedas sobre mi almohada. No sé si son para mí o para los ojos de alguien más…
Guardó silencio, de esos que algunos disfrutan, como para parecer eruditos o místicos maestros en cualquier tema. Sus nudillos estaban pálidos de tanto apretar y apretar.
- Esa antigua costumbre celta o vikinga – quién sabe quién llevaba el mejor número – esa mortuoria costumbre de las dos monedas en tus ojos para pagarle al barquero tu pasaje al otro lado de las despedidas… ¿Y qué sucede si no llegas con esas dos putas moneditas? ¿Te tiran al río o le dices al barquero que después se “arreglan”? ¿La otra orilla te espera calma, confiada, asegurada, segura?
Las risas del bar parecieron coincidir exactas ante su comentario, cosa que sin duda le molestó, como si no estuvieran a la altura de sus circunstancias. Su mirada se congeló, fuera de foco, sobre su puño con islotes casi amoratados. No quise interrumpir su segundo silencio, tercero quizá; parecía dormir plácidamente, con los ojos abiertos, o simplemente, ya no estaba ahí…
- Tómatelo con calma… - Le dije mientras posaba mi mano sobre la suya; prácticamente me sentía como su hermano mayor en esas ocasiones, aunque sabía que él siempre salía airoso de esas batallas y con una suerte de Alzheimer. – Quizá fuiste tú quien las puso ahí… - Le comenté. -
Y tan sólo no lo recuerdas. A todos nos pasa, acuérdate de cómo se me desaparecen cosas en mi casa, para después aparecer inexplicablemente en los lugares más estúpidos… ¿O le echamos la culpa a los eternos habitantes de los armarios? Si encontraste esas dos monedas, quizá sólo sea que adivines otra de tus anunciadas pérdidas o, simplemente, ya no las desees ¿Fue mucha la borrachera anoche? ¿Tequila? Ya sabes como te borras con ese Mezcal de puta madre!
- Para nada, huevoncito! Para nada!! Quizá fue “esa”, esa tanta demasiada lucidez la que me emborrachó, hasta el punto de confundirme en esos estados en que no sabes si estás de cabeza o no… sabes de lo que hablo ¿O no? – Sonrió con saliva y sarcasmo, yo sabía de eso, de no saber ni siquiera en dónde mierda se está parado a momentos… - Matemática pura! – Exclamó – 1 + 1… Hasta caer en ese sueño, ese puto sueño de ternuras pasadas y ajenas, de cosas que no entiendes pero, que te acunan hasta que tus espasmos se vuelven canciones… sé bien que entiendes, yo he cuidado tus borracheras y tú las mías. Nos puteamos y aniquilamos charcos repletos de flechas rotas y, de pasada, todos los reflejos mentirosos ¿Se piensa en la mentira mientras nace espontánea? ¿Es esa más atroz que la planeada en cualquier noche psicopateada?... Y no te estoy hablando de la minita de turno, me refiero a esa mentira que mata cogollos y brotes de cerezos. No sabes dónde mierda estás parado.



Continuó murmurando cosas inconexas, extrañas. Palabras sueltas. Ideas. Conceptos al aire. Me observaba a ratos, como si diera por hecho que yo entendiera tanto cortocircuito. Apuró su Jack y pidió otro con una seña algo exagerada. No dejaba de mirar su puño mientras repetía… “Dos putas monedas!!!”
-
Es una mujer de mirada extraña…
- ¿Quién? – Por más que miré a mí alrededor, no me pareció ver a ninguna mujer con mirada extraña en las cercanías. Supuse que hablaba de su sueño.
-
Me conduce con apuro por pequeños caminos, no me cuesta seguirla, sus pies son pequeños, casi podría decirse que corre a pequeños saltitos.
- ¿Tu sueño? – Le pregunté.
-
Si. Son pastizales de verde primavera sureña, flanqueados por arboledas con brotes recientes y rocío. De mañana silenciosa sin un puto trinar, ni un quejido, ni un ladrido. Todos escondidos ante nuestra presencia… o quizá tan sólo temerosos de la presencia de ella…
- ¿La muerte?
- No tengo idea… - Me dijo y recordé que ese sueño se le repetía a menudo pero, nunca había llegado hasta el episodio de la mujer. Era como si adelantara un final casi heroico; adelantara acontecimientos. A mí me ocurría eso de no poder escuchar a mis personajes de sueños; otras, no lograba recordar lo escuchado. –
Mira, huevón, las cosas en los sueños suelen suceder de las maneras más estúpidas. No se necesita hablar siquiera, tú cachai, uno se entiende y se entiende no más. Ella tiene un olor exquisito que suele cambiar con el viento, como salida de la ducha; no esa de motel, no esa de encamada baratita de auto incómodo. Ella es química pura, nada más
Me preguntó con ansiedad si deseaba acompañarlo en el viaje. No me costó decidirme; obvio que yo deseaba saber el desenlace del sueño. Él miró a quién le servía y, con otra exagerada seña, le comunicó que serían dos Jacks esta vez. Chocamos los vasos y sonreímos como cerrando un buen trato, ese del trasnochado relato.



- Su mirada es estudiada, se la sabe de memoria, como párrafo de obra de teatro; incluso a veces se muestra aburrida de repetirlo.
- ¿Te hace dudar?
– Le pregunté.
-
No. Es extraño, pero puedo adivinar su mirada, su gesto; es como recitar el silabario… A, B, C, D, E. F, G, H, I, J, K. Tú cachai. Hay gente adivinable, concretamente adivinables, básicamente adivinables. – Dos Jack Daniel’s más. – A veces, en ese puto sueño, ella se aferra a mi mano, como si de eso dependiera su vida, como si de pronto temiera caer. Se suelta y vuelve a escudriñar el paisaje en busca de presencias, mientras a mí me da por olfatear. No me preguntes el por qué… son huevadas de los sueños!!! – Lanzó una de sus carcajadas y volvió al tema. – En ocasiones, el camino con ella se agrieta; como si caminásemos por sobre viejas fotos a punto de quemarse, todo es dudoso; a veces, con olor a podrido. Y yo a punto de despertar en medio de las mentiras, pero ¿sabes?, algo siempre empuja desde atrás, sin parches ni melodías dulzonas… quizá estas dos monedas de mierda!!! ¿Qué te parece? Si su mirada pudiese haber sido comparada con algo, yo diría que es similar a una pared de concreto que se descascara por la humedad, que muestra antiguas pinturas de viejos arrendatarios… ¿Me puedes prestar algo?
- Déjame ver mis arcas… -
En verdad, eso de “Déjame ver mis arcas” era un mero trámite, un truco para intentar acelerar los instantes y dejar de creerle tanta estupidez.
- Bueno, si no puedes salirte del presupuesto no importa… - Acarició su puño y continuó. -
Huiré por la ventana del baño de hombres y pagaré mañana. Quizá sólo quiero no volver a soñarla. Quizá qué cosas aparezcan mañana sobre mi almohada… no quiero sorpresas ¿Y si ella amanece a mi costado? ¿Y si soy yo quien no regresa? ¿Puedo interrumpir lo paralelo?
Ya debían ser demasiados Whiskeys como para poder alcanzarlo en toda esa dialéctica ¿Y si él podía hacerlo? ¿Debía vigilarlo? ¿Robarle esas dos monedas?