martes, julio 03, 2007

Eso que quedó... (Primer Ojo)

La gotera del lavaplatos no me ha dejado dormir. Me sigue. Me adormece y me despierta. Ya amaneció hace varias horas y nadie en la calle. Por la ventana se torna azul plomo. Otro Otoño que se me cae. La botella de Jack Daniel's ya casi no tiene nada. Intento levantarme (debo verme patético entre la pared y la silla de metal). Sólo se trata de caminar veinte pasos para sacar otra de Whiskey de la repisa del Bar; sólo se trataría de saber el código de la alarma y salir en silencio de aquí de una vez por todas y huir por la calle de los adoquines mojados.

Arriba, se supone todos duermen, reponen la noche, toda "esa" de aguantarnos. Nadie sospecha que me he quedado encerrado aquí. Nos fuímos de copas y nadie se ha dado por enterado que me quedé "durmiendo la mona" al final de las mesas de la llegada y del escape de este Bar; quizá sea esta la última y la única vez que la vida me regale tan simpática oportunidad, este sueño de cabro chico, encerrado en la "entrelagos". Espero en silencio. Ojalá que todo esto sea una buena broma, que todo esté planeado y yo no muy fumado... y Nury y Pancho se me aparezcan, me echen a la calle, como parido de mareado, escupido a buscar todos los taxis del mundo. En una de esa u otras, me invitan un tazón de sopa caliente o me convidan un puñado de maní salado con gotas de trasnoche. Aun tengo tabaco y las ganas de algo helado para la sed. Una Coca - Cola o una Tónica no estarían nada de mal... algo de Gin quizá.

Alguien baja la escalera, grita algo... Pancho y su barba, como queriendo asesinar a Mickey Mouse, preguntando por la escondida "comanda", la escondida lista del supermercado. Me refugio rápido tras mi cortina, mis piernas se tiñen de mantel con vino de buena cepa. No me ha visto. Se preocupa de desconectar la alarma y llevar ceniceros al lavaplatos de la cocina. Enciende el equipo de música y las luces del fondo. Mi sonrisa aparece junto con un D&B. Él revisa los talonarios de boletas y comandas, acaricia su barba "candado" y hace andar la máquina de café. Se va. Se va seguramente al supermercado y eso es para mí como que me vuelvan a dejar a solas en el Bar. Me saco los zapatos, camino como Geisha. En puntitas de pie, ya en la barra, me empino los últimos groseros sorbos de "Four Roses", robo unos cubitos de queso y comienzo mi huida después de escribir en un papel un simple "Gracias!"

De seguro, si la cuento no me la creen o me dan ese tedio de: "Flaco, y estai a milímetros del Delirium!!!" Y vuelve la realidad. Nury grita en el segundo piso avisando los desayunos: "Quereis tostadas con mermelada? Jordi grita: "Madre! ¿Y dónde está mi esssssspayyydermaannnnnn? Alguien corre descalzo, yo me apuro en calcetines. Antes de salir me da por reir. Ya puedo ver la casa del amigo que debe dormir con esahembra de la motito. Mis pies se entumecen con los adoquines mojados. Aunque no lo creas, me voy saltando, entre solera y calle, de arriba para abajo, abajo para el cielo... silbando un "Dancing in the Rain", con mis zapatos en la mano y una música francesaa mis espaldas, a modo de despedida.