martes, abril 22, 2008

PELDAÑO A PELDAÑO...
AL CARAJO!!




Y Murphy se puede ir al carajo, meterse su evangelio por el culo y relatarme lo que viví esas 24 horas de puta madre. Yo lo olía, se los dije. Me dijeron que me tomara una birra y que me vaya a mi pieza con mis malos augurios.
Iba a ser “una de esas” largas y entretenidas noches de cine en el departamento. 5 los convocados, 5 películas, 5 mujeres ausentes, 5 botellas a elección, 5 suertes. Al regreso de la botillería de Josué, a dos cuadras de Providencia, se largó a llover con ganas; sólo atinamos a reír como pendejos mientras Pablo no perdía la oportunidad de coquetear con todo lo que tuviera tetas. No había nada en especial que celebrar… había que celebrarlo todo. Nadie con llaves; ya empezaba todo y yo a sonreír… Pepón me miró de reojo, susurró… “Flaco, no empecís a cargar con malas vibras… ¿Querís?” Atiné a cruzar la calle, hasta la esquina opuesta y llamar a Caco por ayuda…
- ¿Hola, Caco? Soy…
- Si, ya caché! A todos los hueones se les quedaron las llaves… Atinen por la ventana!
Un manojo voló desde un tercer piso. La escalera hasta el departamento fue lo que más me enamoró de ese viejo edificio del Parque Forestal; era incluso perfecta para un cortometraje, esa escalera como locación. Juramos en una borrachera, esa cuando la Señora del 4° reclamó, que grabaríamos un corto ahí. Poco recuerdo de ese fumado guión… Entretenido en mis recuerdos, mientras veía como Pablito perdía pie y comenzaba a rodar hacia nosotros, sin soltar la botella, eso si! En felina reacción, nos hicimos aun lado para que continuara con su camino de rodado, de avalancha. En algún lugar debía detenerse, con dolor. Mejor no adivinar. Todo lentamente.
Pablito, pierna derecha de muñeco de trapo. Ambulancia. Fractura de Tibia y Peroné. Adiós noche de cine. Ya en el auto de Caco, siguiendo a la ambulancia hacia la Clínica Santa María, Pepón evitó toda censura…
“Viste hueón, te dije que no llamaras a las malas vibras… Flaco Yeta!!!”
La borrachera fue a propósito. Pablito estaba sólo con una fractura múltiple, nada peligrosa, yeso por meses y esos trámites… A lo más, se entretendría con su notebook y se masturbaría, imaginándose a la enfermera que lo recibió, violándolo en su turno nocturno. Sueños analgésicos. Fantasías fetichistas. Esa esperada noche de cine pareció un funeral y ella que me llamaba yo que no decía nada. Pepón, sólo me observaba desde el sofá rojo sangre…
- Recuerda que mañana llegan mis viejos… - insistió ella.
- Si… No faltaré a tu bendito almuerzo…
- ¿Qué sucede? Estás como raro… Si no quieres venir, sólo dímelo y ya!
- No me pesquís… mañana hablamos ¿Te parece?
- Ya, chao… mi beso.
- Igual para ti… cuídate de las escaleras.
- ¿Qué?
- No…Nada. Chau.




Las 13 horas, atraso fatal. 5 minutos en la ducha y una colitis mortal ¿Dónde mierda está el Omeprazol? Todo seguía mal, nadie con minutos en sus celulares y yo que quería saber de Pablito… Afuera, lluvia con gotas de a litro; colmando mi paciencia para recobrarla, para correr hasta el almacén del Coño y rogar que tuviera muchas monedas de a $ 100 para el teléfono público. Corriendo como mina virgen, bajo la lluvia, con el culo apretado por tanta sinfonía intestinal. Primer paso… Todo bien con Pablito; lo llenaron de sedantes y aun duerme, insistieron en que pasó buena noche. Segundo paso… Llamarla a ella para comunicarle mi atraso, inventarle que estaba en la Clínica y que ya me iba a su casa para conocer a sus famosos viejos que volvían de uno de sus famosos viajes a Europa…
- ¿Hola? ¿Nana? ¿Está Marce por ahí? Ah… aun no llega. Cuando llegue, ¿le dice que voy en camino? Que a lo más me demoro 15 minutos de retraso… Ya! Chau, Nana.
Y no podía faltar! Y todo por maldecir a Murphy… Lyon con Avenida 11 de Septiembre. Accidente de tránsito, calles cortadas, ambulancias, exceso de velocidad, lluvia, pavimento resbaladizo y yo puteando mentalmente mientras mi estómago me susurraba que sino me bajaba de esa micro, me iba a cagar ahí mismo. Baños públicos, Portal Lyon y una metralla con olor a Tequila. Sentía que no paraba nunca… me limpiaba y, cuando estaba subiendo el cierre del jeans, ahí venía de nuevo… la caballería diarreica al ataque! Sentarse nuevamente y prometerles a todos los Diose que nunca más tequila de marca desconocida… aunque en esos momentos de pose de “El Pensador” de Rodin, la estaba recordando… a la muy puta! Mis plegarias fueron escuchadas y todo me indicaba que ya no debía apurar el paso al paradero; debía volar!!!



- Hola,¿cómo estás? ¿Llegué muy atrasado?
- No… dame un beso! Justo para el Pisco Sour… Venís pasado a copete!
- De ahí te cuento la cagadita de anoche…
- Si… mejor después.
Y fui introduciéndome a la cocina para robar hojitas de cilantro; era preferible andar pasado a cilantro como cerdito recién adobado, que… ser el niñito que desayuna copete…
Las presentaciones formales me apestan y siempre me han apestado; todo ese protocolo de “hacer bien las cosas” que, más que acercar a las gentes, las van haciendo construir murallas de “ser socialmente adecuado y educado”, sobre todo yo, que debía hacerme merecedor de Marce ante su viejo, como si él nos prestara la cama para tener tan exquisito sexo. Yo sonreía, no por los chistes desabridos de aquel “Señor que todo lo hace bien”, representante de British Airways para Latinoamérica… Yo estaba que me cagaba de la risa, pensando en el momento en que me preguntaría cómo conocí a su hija; si supiera que estaba borrachita y me violó en su Mercedes diplomático… Juá! Y bastó con que pensara en la palabra “cagarme” para que las tripas dijeran… “Y uno, y un, y dos y un dos, tres!!!” Y se iniciara la obertura “Apretad el culo, mozuelo!!”. En un sigiloso gesto, Marcela me sonrió, indicándome que había pasado la prueba de urbanidad con sus viejos.
No puedo negar que, ya en la mesa, el trato hacia mi persona se tornó muy agradable, incluso no hubieron reparos cuando dije que era Pintor…
Ellos también habían pasado mi prueba, esa, la del sentido común.
Marcela estaba con su pálida cara iluminada y me estrujaba la mano por debajo de la mesa, cada vez que yo me atrevía a tirar una pachotada sobre la Iglesia Católica o la Derecha Chilena; verdaderos escupos sobre la ensalada. El viejo de Marcela sólo atinaba a reírse mucho, colocándose muy colorado cada vez que lo hacía, como si necesitara todo el aire del departamento… Rafaela, la madre, con sus exquisitos 47 años, sólo atinaba a mirar a la hija, como no entendiendo nada. Roberto, el padre, era un conocido simpatizante de la Derecha Económica Chilena y, como se veía, abierto a otras opiniones… ¿O pensaba que yo solamente ironizaba?
Risas y risas y el segundo plato y el culo apretado y que tengo que ir al baño y que es urgente y que me apuro y que el pasillo se me hará eterno y que me cago!
- Disculpen, debo ir al baño un momento…



A grandes zancadas llegué, logré llegar, todo en el segundo cero!
La delicia de la evacuación se mezclaba con el ardor anal. Yo sólo atinaba a mirar detalladamente ese baño que ya me conocía de memoria. Las toallas y la colección de jaboncitos de hoteles 5 estrellas. Los frascos pequeños de grandes perfumes, la cortina de baño con pececitos azules, el lavamanos kitsch, el jabón gel con aroma a lavanda y mi cara en el espejo, con las venas del cuello aun hinchadas y mi intento de ordenar mi cabeza. El baño olía a muerto. Una rápida ojeada y ahí estaba, el desodorante ambiental aroma a lavanda ¿Por qué tanta lavanda en ese departamento? Todo OK. Excepto por el detalle, el maldito detalle de que no había papel higiénico, o lo que había no me alcanzaba ni siquiera para limpiarme la nariz. Dicen que la creatividad es una nueva solución a un problema eterno… ¿Y la mía? La creatividad me llegó al mirar hacia el suelo, me encontré con mis boxers azules… Ahí estaba la solución!!! Con la más amplia de las sonrisas, procedí a la limpieza. Todo suave, todo OK. El problema era como eliminar la prueba del delito, había que hacerlo con apuro; no podía tirar la cadena por que con la suerte con que andaba, de seguro se tapaba el water! Y se inundaba de mierda el baño y salía por debajo de la puerta y llegaba hasta el living, hasta ese “delicado” almuerzo. Todo mal.
Como llamado por los Dioses, alcé mirada hacia los cielos y ahí estaba la respuesta a mis plegarias sanitarias… la ventana!!! La ventana era la solución exacta, pulcra y adecuada. No lo pensé dos veces y envié mis enmierdados boxers a volar por los aires.
Al volver a la mesa, 3 pares de ojos me esperaban inquisidores; no tuve más remedio que confesar una mentira…
No se preocupen, sólo se trata de una pésima cena la noche de ayer… nada de que preocuparse, espero.
- Pero, de todas maneras, te tomarás una de esas mágicas agüitas de la Nana… - Dijo Rafaela, mirándome con cara de madre compungida, mientras hacía sonar una campanita plateada. Roberto acotaba que no había nada mejor que un buen escocés como bajativo y Marcela me acariciaba mano preguntándome qué mierda había comido la noche anterior… Qué postal !!!
El precio de la mentira me obligó a soportar esa “mágica agüita” que casi me hace cambiar de diarrea a vómito, y bien, no podía alegar ante los acontecimientos, sólo me intrigaba el echo de que la imagen de esa escalera y Pablito rodando en cámara lenta se aparecía…





- ¿Por dónde andas?
- Marcela… ¿Qué?
- ¿Que por dónde andas?
Fue el momento preciso como para narrarle mis aventuras a Marcela; desde la caída, la ambulancia, la enfermera, la borrachera, la colitis, el accidente de tránsito y mi atraso. No pude contarle lo del vuelo de mis boxers. Ella, para mejorar la tarde me comunica que Roberto, su viejo, nos prestaba su Mercedes y que podríamos pasar por una amiga e ir al cine. Buena idea… relajarme era lo mejor. Las despedidas protocolares con los viejos de Marcela fueron extrañamente simpáticas, o simplemente, yo aun tenía ese olor del baño en mi nariz. Sea como sea, me invadió un relajo al mirarle sus hermosas caderas a la mamá de Marcela, seguro que lo notó y sólo se limitó a sonreír…
Al llegar al estacionamiento posterior del edificio, descubrimos con espanto que, en el parabrisas delantero de ese pulcro Mercedes Benz Diplomático, descansaban agonizantes unos boxers todos cagados, con señales, incluso, de haberse deslizado haciendo más notoria esa fecal mancha. Marcela y su grito al cielo, corriendo en busca del conserje. Desde la entrada ya se escuchaban sus gritos de enojo, al llegar al auto el conserje no la podía creer, mientras Marcela le recordaba los numerosos reclamos en contra de los arrendatarios del 7° piso… Que las fiestas, las borracheras, las minas de dudosa vida, los gritos en el pasillo, el acoso a la pendeja del 5° piso, las latas de birra en el estacionamiento y esto, seguramente, era el colmo de los colmos.
Mientras Don Mario, el conserje, intentaba sacar esa prenda del vidrio, ya casi petrificada por efectos del sol, atinaba con la otra mano a aplicarle agua a presión con una manguera… al unísono, Marcela me narraba los desagradables episodios con los universitarios que arrendaban en el 701.




Ahora, yo acá, sentado en esta escalera, con un sobre tamaño oficio color amarillo entre mis manos, con mi nombre escrito; la letra es de Marcela, y yo… pensando en que todo se inició en esta escalera. Y bien, Pablito volvió todo enyesado al departamento, a los tres amigos que se hicieron a un lado en su avalancha humana por la escalera, nos trató como quiso; fuimos sus enfermeros, sus chef, sus barman… poco faltó para que le rascásemos la espalda!!! A los universitarios del 7° piso los echaron al mes siguiente. Rafaela y Roberto andan por Venezuela. De Marcela, sólo puedo decir que hace tres días que se fue a Nueva Zelanda por una beca; Roberto insistió en que me fuera con ella, que me regalaba los pasajes y Dólares para subsistir mientras encontraba trabajo… Obviamente que le agradecí y me negué a aceptarlo; sabemos que ese tipo de tranzas siempre resultan mal.
A mis espaldas, Pepón me grita desde la puerta del departamento que la película ya va empezar. Le grito que ya voy mientras me decido y abro el sobre… Ahí estaban, limpios y perfectamente planchados, mis voladores boxers a cuadritos azules.














OJO... MACHO!!!
EN LA LISTA SIGUES TÚ...