domingo, diciembre 07, 2008

SUS ÚLTIMAS PALABRAS
(eso creo...)
-¿Qué quieres hacer?- Intenté evitarlo; no pude dejar de mirar su mano derecha ensangrentada. Sin duda, había vuelto a golpear alguna pared, con aquella fuerza del impotente, con la rabia del mudo, no la del despechado chantajista.
-No tengo la más puta idea! Ahora si que estoy sin opciones claras, por ninguno de los lados. – Sorbeteó su copa de vino, untó las últimas gotas de su copa con su índice, lo miró, lo chupó, habló. – Es como aprender mal la canción, intentar recordarla, volver a intentarlo para salvar el error y…desentonar! Mierda!! Creo que fue el apuro o simplemente demasiada soledad en la mochila. Ahora, hermano, sólo me duele casi todo, menos la puta mano…
-Déjame revisártela… - Evitó que se la tocara con un rápido movimiento…
-No te preocupes, funciona perfectamente, irónicamente…
- Sonrió y pasó su lengua por el borde de su copa. – Yo creo que el taxista ni siquiera supo lo que le ocurrió al parabrisas de su huevada de autito; con esta lluvia seguramente ni alcanzó a verme. Ni se detuvo siquiera ¿Para qué mierda hacerlo por uno de mi raza?
Y volvía a eso de su “raza”; crucé los dedos para que no comenzara con esa letanía…



-Todo se me fue de madre! Fue todo muy rápido, como ir relajado, viajando en auto, amenamente conversando y… Crash!! Y que chocas, medio a medio con una gran pared pintada de color rojo, que, obviamente antes no estaba ahí. Primero te desubicas, luego el ardor, el dolor y… claro, la tibieza de tu propia sangre que va tiñendo tu mejor camisa blanca dominguera ¿Vas entendiendo. Viste “Big Fish”? – Aunque no entendí el comentario de la película lo dejé continuar sin preguntar sobre aquel detalle críptico, sólo lo cuestioné si había recibido señales previas, alguna cara de culo o esas típicas cosas que te avisan que las cosas no van tan bien como se suponen. Sabiendo que no le agradaba el humo, encendí un tabaco. Él pidió otra botella de vino y una copa para mí.
-¿Me convidas uno? – Susurró mientras llenaba las copas.
-¿No era que tú no fumabas? – Lo miré con extrañeza mientras le acercaba mi encendedor.
-¿Sabes? Ahora que lo veo, me empieza a gustar esta huevadita de metal, tan putamente tuya, tan Zippo, tan yankee, tan Vietnam, tan “niñito asado”… Bueno, otra de mis contradicciones. Hasta eso ha cambiado, ahora fumo, como colegial en el baño!! – Recibí otra de sus sarcásticas sonrisas mientras él aspiraba una gran bocanada, para después, con un gran gesto técnico, expulsar una seguidilla de perfectas argollitas de humo.- Sin duda, muchas cosas habían cambiado. Había vuelto esa mirada tristona que enternecía hasta a la más dura, esa misma mirada que muchos creímos que había desaparecido, los más optimistas, juramos que esa mirada había muerto cuando apareció aquella hembra que lo trastornó de improviso.


-¿Qué te parece si…? No, mejor no! Afuera se recaga lloviendo ¿y yo?, yo ya estoy repleto de lluvias frías y no más, no quiero más… - Apagó su tabaco como si estuviera en un concurso de “apáguelo con mucho cuidado” y volvió a las palabras.
-Salud, hermano! Hey! Si eso del cigarrillo me dura tres o cuatro piteadas, después me baja la angustia; a veces vomito. Como te decía… - Se paró de manera brusca, mejor dicho, se eyectó de su asiento y prácticamente corriendo, esquivando sillas y mesas, llegó hasta su destino… el baño. Al regresar, su cara era recorrida por pequeñas gotas de agua, desde su frente hasta su mentón; sus ojos estaban muy hinchados, rojos, repleto de pequeños derrames. Había vomitado sin disimulo y sonreía.
-Como te decía… - Pasó su lengua por su labio superior y me pareció, me dio esa morbosa sensación, de que él, saboreaba algún resto de aquel vómito tabacalero o quizá producto de darle y darle, por días, a eso de la botella de vino, de mal vino blanco; sus depresiones las pasaba con brebajes de dudoso origen, como en actos de autoflagelación fanática, religiosa.


-¿Qué pasa, mi amigo? – Me preguntó, con tono de Policía de Narcóticos.
-No, nada… ¿Vomitaste, te sientes bien?...
-Tranquilo. Aun no se me va el alma por el caño. Es sólo cosas del tabaco y vino de “cuarta”. La resaca, más vino, más tabaco, el parabrisas, la lluvia, Ella, la tele, la rabia retenida, el desamparo, la hipocresía, la jugada sucia adivinada, el lado turbio, la mentira obvia, la Internet, los silencios, la cafeína, la soledad, la mierda de plata, los deudores, la ropa sucia, el desamor, la descomposición, las inconsecuencias, el Ping Pong, la ropa húmeda, el baño frío, el mal sexo, el remordimiento, la sonrisa seca plástica, la mala luz, el desapego, el perro con hambre, los calmantes, la gastritis, el cartero, los ojos, los putos ojos, mi auto antropofagia, la sed, el Omeprazol de 20, la tiranía horizontal, la tristeza vertical, el sol, las lágrimas, los finales felices Yankees, la vagina con muelas, el culo con trampas, el orgasmo “Kabuki”, las diarreas y las malas noches, las moscas en tu sexo que se pudre, tu cerebro que achicharra… Ya sabes, hay que matarlas a todas! Bueno, olvídalo, te hará bien!!... ¿Y tú, cómo vas, cómo va tu vida? Salud, hermano, salud por los buenos tiempos!!!

Esas fueron sus últimas palabras (que puedo recordar). Ahora, intento inventar una buena mentira como para justificar este encierro. Quizá, sólo recite “Nerudianamente” sus últimas palabras…