sábado, octubre 25, 2008






Él la empujó.
Controladamente descontrolado. Él la empujó.
Se desdijo desde ese segundo.
Se anuló y me lo dijo.
Añoró que ella fuera hombre y disculpar su violencia.
No pudo.
No pudo, y sus manos quedaron crispadas en tal hecho.
Algo de arrepentimiento morboso,
ese
de no hacer.
Las historias se desmembraban.
Sintió el colapso. Lo buscó.
Ella, por su lado, sabe su costumbre.
Nueva costumbre de hacer lo predicho.
Digna cosa.
Cosa de esperar. Dijeron.
Tantas bocas entreabiertas. Tantas manos.
¿Era de tantas bocas y tantas manos?
Él se empujó.
Él se empujó dos veces.