domingo, febrero 24, 2008

EL EGO,


LA LUJURIA,


LA CULTURA PORNO,


EL DOLOR


Y OTROS MENJUNJES...


(Cosas que no deben mezclarse.)






“…Existen días, en que por más que te afees, andas cargando una metralleta de hormonas!!” Me lo decía él en repetidas ocasiones, mirándose en el espejo del Bar. Si bien no era digno de portada de revistas de páginas de alto gramaje, siempre se comía a las minitas “nuevas” en el Bar; las otras ya lo conocían, ya habían pasado por él y él por ellas.
A pesar de su buen “feeling” con las mujeres, casi siempre se le veía solo, siempre como esperando a alguien, que precisamente, nunca era la nocturna conquista de turno.
Y ahí estábamos, él hablándome sus historias sexuales y yo escuchando con una simulada atención; ya me tenía aplanado su monotemática postal, más bien, yo lo tomaba como un acto de gentileza de mi parte el echo de tener que escuchar sus historias, a veces repetidas. Que fulanita, que menganita, que sutanita…
Una noche, de las primeras lunas de verano, coincidimos en la llegada, como cronómetros casi nos disputamos la entrada; parecía tener una cita importante, miraba su swatch con la cara de la Monroe cada 5inco minutos, comparaba la hora con el reloj del Bar, como no creyendo lo que le decía el suyo. Cedió ante la espera, comenzó hablarme de películas porno, de su maravillosa colección… “No hay caso, flaco, son infalibles! Por ‘casualidad’ aprietas el Play e inventas algo que hacer en la cocina. Dejas a la mina mirando sola esas obras de arte en tu cama o en el living, no importa. Te apuesto mi iPod Nano. Te aseguro que vuelves en tr3s minutos
… y la mina quiere puro tirar, más re caliente que la mierda!! No falla. Me he cogido a cada mina en mi sofá, que te hacís cura!!!”




Yo, sólo atinaba a sonreír, como si fuera su hermanito menor, en su primera clase del “Cómo, Cuándo y Dónde”… No aguanté más sus espasmos nerviosos cada vez que se abría la puerta del Bar, le pregunté el por qué de tanta impaciencia… “Lo que pasa, flaco, es que el otro día me comí a una hueona que resultó ser la hermana de un hueón que conozco!” Yo me encogí de hombros, como invitándolo a terminar el comentario; así lo entendió… “Y resulta que la muy caliente me engrupió con que tenía 23 y… tiene 17! ¿cachai? Ayer me crucé con el hueón y me miró de manera extraña y sé que nunca falta los viernes” Volví a encogerme de hombros, incluso, deseando que le quedara la cagada misma, a ver si me daba clases de como salir de esas. En una de esas, le colocaba una película al “hermano vengador“, como para que se tranquilizara. Mi ironía interior se interrumpió de golpe, por esa puerta entraba aquella mujer que tiempo atrás había visto sólo al pasar y que había provocado la búsqueda mas ansiosa de que tenía yo recuerdo. La búsqueda y la necesidad de conocerla se había transformado en una manía, en una fijación cotidiana; decidí parar con eso un simbólico día número 100. Y ahí estaba, caminando lentamente hasta donde estaba el “Señor de las Pornos” y yo. Lo saludó con un extraño gesto, le besó en la mejilla; a mí sólo me tocó una sonrisa, como a dos metros de distancia. Él me daba la espalda, le daba toda su atención a ella que, sin disimulo, me dedicaba pequeñas miradas y ,me atrevería a asegurarlo, lujuriosas sonrisitas por encima del hombro de su interlocutor. Hace rato que ya me había acomodado a esos juegos de las lobitas cuando salen de caza, eran entretenidos; la coquetería es muy entretenida.
Volvió a sonar la campanilla de la puerta del Bar. Se cruzaron las miradas y “Porno Star” se fue directamente a la mesa donde se sentó el recién llegado; sin duda era el hermano de la pendeja que venía a indultar el honor de su hermana. Observaba, atento, hasta que sentí los ojos de ella en mi nuca, de seguro más de alguien, alguna vez, ha sentido eso. Giré lentamente hasta enfrentarla; su mirada era triste pero de un verde tan intenso que imprimía una fuerza extraña. Con su mano hizo un gesto como para que me acercara a ella… La conversación fluyó como si fueran años de conocernos, incluso bromeamos con el aprieto de “Mister Porno”, era obvio que ella también sabía, curiosamente, del problemita con el hermano mayor de su última encamada o ensofada… vaya uno a saber, quizá, incluso arriba del cactus de la mesa de centro del living.




Ella tenía una boca hermosa, de esas que te incomodan porque no puedes dejar de mirarla cuando se mueve al hablar, obviamente ella lo sabía y no dejaba de mirarme a los ojos y hacía una pausa, cerraba esa boca y… me sonreía. Todos indicios suficientes como para dar por hecho de que ella se las sabía por libro en eso de las conquistas de Bar. Como un resorte se paró del asiento y me dijo al oído que debía ir al cajero automático a sacar el puto dinero, ya que pensaba irse de copas hasta que amaneciera.
Cuando se cerró la puerta, una de las personas que atiende en la barra se acercó, y mirando con disimulo al “Gurú de las Porno” comenzó con una verborrea, rápida y exacta… “Flaco, no te metas ahí. Ella es peligrosa, mi hermano. Ya ha dejado a varios hueones heridos de muerte, si es que alguien ya no se ha suicidado. Es la “ex” del compañero que estaba al lado tuyo y lo dejó para la mierda! Dicen que le cagó la cabeza. No lo mires poh! Flaco!! Nadie sabe lo que le hizo pero, este hueón cayó en la clínica, con una depresión de las mil putas; algunos dicen que fue intento de suicidio… Cuídese, mi hermano, no ande llorando por las esquinas después…” Mientras el personaje me adentraba en el currículum de ella, no pude evitar sonreír al pensar en que era otra típica “viudita negra”; ¿o acaso sería una mantis?






A los diez minutos, ella volvía a enamorarme con su boca y sus manos gesticuladoras. Hubo un brusco cambio de tema y, sin decir “agua va”, me invitó al departamento de una amiga que ella cuidaba por las vacaciones. La persona de la barra, sólo me miraba a través del vidrio de un vaso que simulaba secar. En algún momento, creo haberlo visto mover su cabeza, sutilmente, en un gesto de negativa. No me importó, todo quedaba a pocas cuadras del Bar y yo estaba decidido a caminar por cornisas esa noche.
De camino al departamento, pasamos por unas botellas de vino y aceitunas en la botillería “de turno“, mientras ella insistía que si me aburría el plan, me podía volver al Bar, que sólo sería un corto tiempo, entre prender luces, lavar unos platos, hacer una cama, un acto de presencia solamente. El departamento era minimalista y de cuidado buen gusto, varias pinturas, grabados y fotografías en la pared. Lo curioso fue encontrarme con un grabado hecho por mí hace años, muchos años atrás… “Oye, ¿cómo se llama tu amiga, la dueña del departamento?” Al decirme un nombre que no recordé, me mostró una foto que no reconocí… Le conté el detalle curioso… “¿Sabes, ese grabado es mío?” - Ella se paró del asiento lentamente, mientras me comentaba, sin mirarme… - “Si, lo sé; siempre me han pasado cosas con ese grabado ¿Extraño, no?”… “¿Qué es lo extraño?” - Le pregunte - “Habernos encontrado ahí, de golpe, en el Bar, después de habernos cruzado por esta vida sólo una apurada vez. Y te busqué y te desapareciste. Sólo tenía el nombre de quien había hecho ese grabado… Y resultaste ser tú.” La noticia de las coincidencias hace tiempo que ya no me inquietaban, sólo me limité a aguardar el siguiente comentario. No lo hubo. Me miró al pasar, sólo comentó que debía lavar un par de platos en la cocina, que destapara una botella de vino mientras me indicaba en donde estaban las copas y los posillos para las aceitunas.






No me di cuenta cuándo lo hizo, su sutileza fue superior a mis sentidos; bueno, debo admitir que yo, en realidad, estaba más preocupado de sus caderas. Y la TV. se encendió y el DVD se encendió. Después de destapar la botella, pude tomar atención a lo que comenzaba a salir en pantalla. Una típica porno, de esas con algo de argumento pero, porno al fin y al cabo. Recordé a “King of the Pornos”…“Te aseguro que vuelves en tr3s minutos… y la mina quiere puro tirar, más re caliente que la mierda!! No falla. Me he cogido a cada mina en mi sofá, que te hacís cura!!!” Bueno, no me quedaba otra que esperar esos tr3s minutos como para que ella reapareciera en escena. Algo sucedió, me puse a contar en voz alta; cuando iba en el número 87 ella apareció con cara de pregunta… “Aun no pasan los tr3s minutos!” - le dije, sin dejar de mirarla - “Mira que la receta no surtirá efecto ¿Sabes? Curiosamente, hoy, uno de tus neuróticos “ex” me contó de la receta, ¿y, cómo la ves? ¿Qué extraño habernos encontrado de golpe? ¿O no?” - Ella guardaba un silencio absoluto, incluso parecía que no respiraba. Por primera vez en toda la noche, ella esquivó mi mirada. Serví las copas, la mía la bebí con apuro, la besé en la frente y volví al Bar, buscando piedras o tarros que patear.
En la barra me esperaban “Porno Man” y la persona que atiende. No dijeron nada. “El As de las Pornos” me invitó toda la noche, nunca, en ningún momento, permitió que pagara la cuenta.