sábado, agosto 09, 2008

¿Y?
TE DESGARRAS
TE CULPAS
ME CULPAS DE PASADOS
TE ACUNAS
TE QUEDAS QUIETA
TE MECES
TE AMAS
ME AMAS
TE QUIEBRAS
TE RESUCITO
TE VAS
...COSTUMBRE.



PAISAJES DE TU MIRADA...
¿DEBERÍA VOLAR?
¿HASTA TU CORNIZA?
VERTE DESPERTAR SERÍA
DESPERTAR
DE TANTA TRISTEZA
ANGUSTIA POBRE
DE TANTA MANO PIEDRA
DE TANTO BESO SECO
DE TANTO AMOR CORTADO
¿DEBERÍA PINTAR TU VENTANA?
¿COLORES DE NEBLINA?
¿TE DEBO LUNAS LLENAS?
LO ADMITO
LO ADUELO
LO HUELO
¿TE ADEUDO UN RÍO?
TE ADEUDO MI MIRADA
MI AMOR INFINITO
MI MIRADA
MI INFINITA CAUSA
TE ADEUDO MI VIDA




SOLILOQUIO...
La motivación la desconocía, sólo me subí a ese taxi y le indiqué la dirección de la esquina de aquella iglesia paralela al Bar. En realidad, me quedé pensando si realmente deseaba acompañarme de más gente, de escuchar más gente, de encontrarme con gente. Lo pensé demasiado; al percatarme de ello, ya estaba abriendo la puerta y se me venía de golpe todo. Saludos a diestra y siniestra hasta llegar a la salvadora barra.
Hace mucho tiempo que no lo veía a él; muchas las versiones sobre su no presencia, unas simpáticas, otras patéticas, las habían tristes y aparecían otras de corte perverso. Pero ahí estaba, solo como casi siempre, otorgándole su espalda a la puerta como esperando lo inesperado, cualquier resultado a esas alturas sería bienvenido, su cara decía eso, o por lo menos yo lo entendí así. Mi mano se posó en su hombro para no incomodarlo, hablaba solo mientras acariciaba “un corto” de Jack Daniel´s. Lo saludé y me respondió parcamente sólo moviendo su cabeza como lo haría un Inspector Jefe, cualquier Lunes a la entrada del colegio. No dejaba de mirar su vaso y ronronear acerca de un cumpleaños o algo por el estilo. Insistí en preguntarle cómo estaba y su respuesta fue mínima; incluso llegué a creer que estaba terminando mentalmente uno de sus escritos. No sería la primera ni la última vez que yo presenciaba ese ejercicio mental tan propio de él. “Saltos por el Universo”… creo que así él llamaba a esos estados de trance no trance.Me abordan personas antiguas, ellos son murmullos, yo aun me dedico a tratar de escuchar lo que él habla, a solas. Puede haber mil personas y él va a solas en esta. Notoriamente solo



De golpe devoró su Jack y pidió otro. Me miró y sonrió y me habló y me abrazó y volvió a sus estados… pero yo olía que me hablaba a mí solamente, sin mirarme. Continuó balbuceando algo sobre un cumpleaños y volvió a sus silencios. La lluvia se desataba afuera como si fuera el sound track de esa noche.
No sé el cómo ni el cuándo pero, al volver a mirar a la barra, estaban tr3s Jacks ya servidos; uno para mí, otro para él… y otro para esa “persona” con quien él hablaba. Un repentino silencio me permitió escuchar la música del lugar.
La noche pasaba con grandes zancadas, las horas se hacían medias horas y así, todo minimalista. Rodajas de limón con sal, birras y Jacks.
Un extraño frío se hizo presente. Él habló. Me preguntó si alguna vez había sentido presencias que venían a buscarme. Le pedí que se explicara. Me narró su historia, de cómo comenzó a recibir mensajes extraños, de cómo esas letras se habían convertido en una voz lejana que se acercaba día a día, rápidamente. Me confesó que adivinó su materialización. Con calma y otros Jacks me ilustró como se había hecho materia esa voz, de golpe, de golpe… casi increíble. Volvió a su soliloquio. Guardó silencio. Otro Jack y continuó hablándome. Me habló de esa presencia, de cómo se miraron al inicio de todo, de sus nervios y sus sudores, de sus temblores. No pude evadirme… su tema, era EL tema. Con lujo de detalles me condujo por sus laberintos. No supe si lo cristalino de sus ojos era una puta lágrima o sólo estado alcohólico. Yo debía escuchar eso. Dos Jacks más. Bajar una cuesta por tabaco y sonreír. Al volver, lo encontré igual de estatua balbuceante, continuaba hablándole a sus manos, como exigiendo respuestas. Hizo una pausa y me miró. Qué mirada tan sola. Qué mirada tan triste.
Sonó un celular que nadie contestaba, sonaba y sonaba mientras él me decía que no contestara, que era ella. ¿Ella quién?


Buscó en sus bolsillos, con las pausas de la embriaguez. Me mostró un 8 de bronce mientras me hablaba sobre el infinito, un cumpleaños; que un pasado lo había alcanzado. Lo escuché decir “sie7e suspiros” y se calló. Pagó la cuenta y se fue, hablando solo, sonriendo, moviendo sus manos hasta una medida exacta, algo musito sobre unas caderas y cerró la puerta del bar con lentitud. Me miró con su gesto de resignación.
No recuerdo cuanto tiempo pasó. Volví al reggaeton de un taxi, ver gente correr bajo tanta lluvia, y después de varias calles de recorrido lo vi, caminando, mojado hasta los huesos. Le indiqué al chofer que se detuviera para que él se subiera al auto; afuera la lluvia con rabia y él seguía caminando, hablando a solas. Pareció que yo no existía, él continuó su camino, hablando a solas y sonriendo, SIN MIRARME. Me atrevo que la lluvia camuflaba sus lágrimas, pero sonreía.
La decisión fue fácil. Hice detener mi trayecto. Yo quería escuchar esa historia de las apariciones del pasado. Quise conocerla.
Al bajarme, miré hacia todos lados… él había desaparecido.
Escribo esto, todo mojado, después de calles y calles de buscarlo.