miércoles, septiembre 05, 2007


CARA DE CULO...
Y ahí estaba yo, caminando, mojado por esa puta llovizna que tanto apesta por su tibieza, a tr3s cuadras de mi sin razón, con una tremenda duda en la mochila, que me invitaba a tomarme una birra y hacer tiempo para que me llegaran las respuestas. Y bien; tu llamada había sido muy extraña pero, ser "extraña" es tu naturaleza.
Ninguna respuesta. Varios rostros conocidos, taburete en la barra, una lectura sobre el Charly García en la Rolling Stones, quemar tabaco, pedir otra birra, ir al baño, sonreir al espejo con cara de pícaro y "hacer perro muerto"... igual me las cobrarían después, así era el rito. En la calle, a esas alturas ya llovía decentemente pero, no había apuro; cu4tro cuadras y me enteraría qué era lo tan importante, eso que no podía esperar.
Y ya sabes lo que ocurrió. Me regalaste tu mejor "cara de culo" por mi olvido a nuestra clandestina cita. Quizá te falten más ganas y a mí más esperanza pero, no estoy acostumbrado a tu inmediatez. Ya me conoces un poco; la duda me asalta en cualquier esquina y me regala todos mis "por que". Por otra parte, gracias por toda esa ternura final. Seguiré esperando tus señales de vida... la paradoja es que no tardes mucho!



LOS ENCAPUCHADOS DE SIEMPRE...
La idea era esa, no tener idea de nada. Tomar un taxi, llegar hasta el Terminal de Buses y viajar a cualquier parte. Solamente viajar con el notebook como único equipaje. Viajar sería suficiente para ordenar un poco mi cabeza. Quizá pude haber esperado en casa, quizá adormeserme mirando la leña arder, pero no. Afuera llovía con frío. Al final de la calle, antes de la curva de los charcos hacía su aparición mi romántico carruaje negro amarillo, el que llevaría hasta calle Picarte. A un costado mío, una de esas abuelitas de cuentos, con lentes Lennon y perfume dulzón, gabardina verde y paraguas azul petróleo.
El chofer, casi sin mirar nos prguntó nuestros destinos; no habría problema alguno... la abuelita de caperucita "reloaded" intentó comentarle sobre el clima. Él sólo se limitó a subir al volumen a la radio del auto... "Dark Side off The Moon". Primera señal.
Cruce de calles; Anibal Pinto con Baquedano. De no sé dónde aparecieron dos formas que se abalanzaron sobre el taxi; el chofer ni se inmutó, sólo se estiró para abrirles la puerta. Un padre con su pequeño hijo de unos 7 u 8 años... apurados al colegio, con el inerrogatorio del padre sobre las tareas. La radio y las noticias de la mañana. La gran cagada de la marcha convocada por la Central Unitaria de Trabajadores para protestar por las reivindicaciones salariadas del pueblo que, unido se supone jamás será vencido. Santiago de Chile la locación... y el locutor y una tediosa letanía. Un flash y una mina haciendo un despacho en directo desde La Alameda, esa de los estudiantes, los obreros, esa del hombre libre que se la caminaría toda. La periodista, practicamente llorando por las bombas lacrimógenas, narrando a gritos la represión de Carabineros... que la Guardia Montada, los bastones retráctiles, los vándalos, los robos, los saqueos, los destrozos, unos Diputados de la República apaleados, policías uniformados heridos. La pura mierda y mis recuerdos. El relato se interrumpió de golpe... después, entre sollozos y tos ella dijo su frase para el Bronce: "Como siempre! Los encapuchados de siempre!... Colocando la nota oscura a la historia..." El locutor retoma un aburrido informe del clima. Parcial Nublado, posibles 17 grados como máxima. Toda una primaveral jornada en Santiago de Chilito. Y nuevamente la música; Anita Baker transportándome a mis 20 años y la abuelita asesina de lobos que comenta lo bueno que habían sido los tiempos de la Dictadura... "Yo los secaría en la cárcel a todos esos comunistas vende patria..." Mi sonrisa se tiñó de ironía mientras el niño escondía entre sus ropas algo, mirándome con desconfianza... "¿Papi, que son los encapuchados de siempre?"... "Son los malos, hijo, por eso se cubren la cara, para que no los pillen cuando hacen daño... son los malos!" En ese momento descubrí lo que escondía el niño; un juguete articulado de "Spiderman". Tuve que sonreírle, él, tan sólo escondió con más esmero a su encapuchado héroe y se acurrucó más al costado de su padre.
Ya una vez en la calle de mi destino, sólo atiné a mirar como se alejaba el taxi, y... sorpresa! El niño se asomaba por la ventana trasera del auto, sonriéndome a la más Demian de "La Profecía", haciéndome "Adiós" con el pequeño brazo articulado de su amigo de 25 centímetros.
Las ganas de viajar se fueron con él calle arriba. Sólo atiné a llegar hasta la orilla del río y escribir.